El 26 de enero de 2018 el papa Francisco autorizó la santificación de la madre Nazaria Ignacia March Mesa, la religiosa que en la década de 1910 llegó desde España para quedarse en América Latina. Vivió en México, Bolivia y en Argentina. Su vida dejó tanta fe en sus devotos que no tardaron en contar las bondades de la religiosa. En 1992, el papa Juan Pablo II la había beatificado en Roma. ¿Pero quién fue esta fascinante mujer que es santa a partir de hoy?

Nazaria Ignacia March Mesa nació el 10 de enero de 1889, en Madrid (España), en el seno de una familia obrera con la que, debido a los problemas económicos que atravesaban, se trasladó a México. Allí inició su vida religiosa: pronto ingresó a la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y tomó el nombre de Nazaria de Santa Teresa.

En 1912, como primera misión, fue enviada a Oruro (Bolivia) lugar en el que permaneció 12 años, los que dedicó al cuidado de ancianos. Tiempo después, en 1920, durante sus ejercicios espirituales Nazaria sintió un llamado interior que la llevó a fundar una nueva congregación religiosa que portaría el estandarte de la Cruz.

Tras ese grito interior, el 16 de junio de 1925 dejó la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y fundó la Congregación de Misioneras de la Cruzada Pontificia. Las religiosas que se unían a ella debían emprender una cruzada de amor en torno a la Iglesia y tenían la misión de realizar actividades pastorales en las escuelas.

Para 1931, Nazaria fue elegida superiora general de la Congregación y encabezó la misión de llevar el mensaje que profesaban en Bolivia, Argentina, Uruguay y España. Nunca dejó de crecer: actualmente tiene presencia en 21 países de los cuatro continentes.

Pero la misión de Nazaria no atendía solo cuestiones de fe sino que amparó a su rebaño desde los derechos: en 1933 organizó a las mujeres de los mercados y comercios de Oruro para formar el primer sindicato obrero femenino de Bolivia.

Poco después regresó a España, de donde casi no regresa. En 1936, durante la Guerra Civil, fue apresada junto a varias de sus compañeras. Iban a ser castigadas por su condición de religiosas, sin embargo, gracias a la mediación de los consulados de Argentina y Uruguay fueron deportadas.

Nazaria fue trasladada a Argentina y vivió en el barrio Villa Pueyrredón donde continuó con su labor y levantó una parroquia donde hasta la fecha se la venera. Murió en Buenos Aires el 6 de julio de 1943. Su cuerpo fue trasladado a Oruro en 1972, como pidió antes de su muerte.

Las personas que la conocieron dejaron testimonio de cómo era y qué decía: «Ella visitaba a los enfermos por las tardes. Era increíble la atracción que ejercía sobre grandes y chicos. En el trayecto se le acercaban mujeres a pedirle consejos. Había que ver a los niños… venían como enjambres de abejas, se apiñaban a besarle la cruz, sus manos, el hábito. Con los más pobres era más amable y a todos invitaba al hogar. ¡Vengan allí!, les decía, ahí es donde van a encontrar consuelo a sus penas, nosotras hemos venido para eso… somos de ustedes», la recuerda Juan Carlos Gastaldo, colaborador de la congregación en Villa Pueyrredón, en una crónica que le cedió a Clarín.

Los milagros de Nazaria

Son dos los hechos que le asignan a Nazaria Agustina como milagrosos y por éstos recibirá el máximo reconocimiento de la Iglesia Católica. Cómo y cuándo fueron.

Agustina Ortiz de Jiménez, vecina del barrio Villa Pueyrredón, había dado a luz y en ese parto casi pierde la vida. Las complicaciones la dejaron internada en el hospital Pirovano hasta donde llegaron las monjas de la Congregación que fundó Nazaria puesto que su madre les había implorado que rezaran por su hija. Allí fue un grupo de religiosas con una reliquia de la Madre Nazaria para ayudar a la moribunda. Y ocurrió lo soñado: Agustina sanó inmediatamente. Este es considerado como su primer milagro.

El segundo, y que abrió para ella el camino a la canonización, fue la sanación de la que dio testimonio la religiosa María Victoria Azuara quien tras sufrir un derrame cerebral, el 13 de octubre de 2010, perdió el habla. Tras ese ataque los médicos consideraron que nunca se recuperaría, pero la congregación a la que pertenecía la religiosa imploró por su recuperación a la entonces Beata Madre Nazaria. El milagro sucedió y Azuara recuperó el habla 12 días después sin que los médicos pudieran explicar qué había pasado.

El camino a la canonización

Fue el arzobispo de Cochabamba (Bolivia), monseñor Oscar Aparicio quien el 4 de mayo de 2015 abrió el proceso de estudio sobre una curación extraordinaria, presuntamente milagrosa, «atribuible a la intercesión de Beata Madre Nazaria Ignacia March Mesa, fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia», señala la Agencia Informativa Católica que da cuenta del inicio de canonización de la religiosa.

En referencia al segundo milagro que se le atribuye —al de la sanación de María Victoria Azuara religiosa misionera española que vivió cerca de cuarenta años en Bolivia— el mencionado artículo refiere: «Incluso le costaba ingerir alimento (…) El médico dijo que no era probable que recobrara el habla y el conocimiento, sin embargo en el lapso de 12 días que las hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia se unieron en oración pidiendo la intercesión de la Beata Nazaria para su curación, ésta hermana comenzó a hablar, caminar, y recobró el conocimiento. ‘No nos explicamos cómo una persona de 82 años que quedó sin ninguna secuela del derrame cerebral es una gracia que esperamos sea un milagro'», había relatado una religiosa de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia.

En la Argentina las Misioneras Cruzadas de la Iglesia tienen cinco casas: la Casa Provincial en la ciudad de Buenos Aires, en las ciudades de CórdobaBahía Blanca, provincia de Buenos Aires, Formosa y Puerto Iguazú, provincia de Misiones.